viernes, 8 de febrero de 2008

Anécdotas en un Pueblo Rural Europeo

Esta anocheciendo, debo apresurarme -empiezo a correr-, llego a la estación en el mismo momento en que se encienden las zumbastes luces de neón; logro montarme en el autobus justo antes de que el decrepito conductor cierre las puertas, por suerte pues era el último del día, le muestro mi identificación y en retorno el me da una mirada despectiva. El vicioso aire calentado artificialmente dentro del transporte me empieza a sofocar apenas me siento, intento ignorarlo, miro por la enorme ventana hacia la negrura del exterior, donde sólo podía distinguir por siluetas los edificios nuevos al viejo estilo y las aceras frías y desiertas, me intriga el hecho de que a estas horas no hubiese nadie en las calles, y una anciana, una atractiva y sombría adolescente y yo somos los únicos en el transporte a parte del despreciable viejo que conduce.

Desde la estación hasta la parada que me deja más cerca del lugar donde en este momento vivo, son alrededor de treinta minutos, dejando el pueblo atras e internandose en un bosque... Ya llegué, la adolescente se baja también de la unidad 768 y toma un oscuro sendero, quién sabe a dónde; cruzo la calle sin prestarle la más minima atención al semáforo, voy por detrás de la tienda de abarrotes, a través del estacionamiento llegando hasta el patio cercado de una escuela, lo rodeo por un angosto camino con la reja del patio a mi izquierda y un campo de siembra curiosamente sin nigún cultivo a mi derecha; el campo refleja la negrura del cielo nocturno completamente nublado, hay cierto frío otoñal en la atmósfera, a mi parecer agradable, sigo el largo camino de tierra... Ahora unas oscuras cercas de madera están a mi izquierda por sobre las cuales se pueden ver los sombríos patios de unas espectrales casas.

Del campo sopla de repente un agresivo y congelante viento que no cesa, acelero levemente el paso, llego a una caminería perteneciente al parque local, sólo esta la débil luz de dos faros, ahora el conjunto del gélido viento y el crujir de las hojas secas hacen alucinar mi mente, o al menos eso creo, porque oigo susurros ininteligibles en mis oídos provenientes de todos y ningún lado, apresuro un poco mas el paso... Salgo del parque para salir a una calle repleta de casas, de repente la luz de un único porche se enciende y se abre la puerta, en realidad creo que estoy enloqueciendo porque del umbral sale una obesa mujer llevando con una correa lo que parece un malforme humanoide que repta, y gruñe escalofriantes cosas que aunque no significan nada, mi mente las comprende, posiblemente vengan a por mi; sigo la calle con el paso más acelerado, casi trotando y siento las miradas de los seres sobre mi, en el siguiente cruce, se ven luces crecientes y se oye el ruido del motor de un automóvil, lo veo de frente y mi cuerpo se queda paralizado los incandescentes faros me hipnotizan, ¡demonios!, solto justo a tiempo a un lado, vivo para morir otro día, aunque no estoy seguro si fuera lo mejor, falta una sola calle hasta mi "hogar". Cuando paso frente a un desolado patio de negra hierba y de cercado bajo, del oscuro suelo sale volando una bandada de cuervos, sus graznidos me erizan cada uno de los pelos, el temor que siento es inexplicable e indescriptible, estando en este pais tan seguro...

Pienso que es mejor temerle a un ladrón o asesino, al menos ellos son mortales, reales o están fuera de mi cabeza; ya estoy en la puerta y la negra gata que vive ahí me espera sentada en el portal, saco las llaves de mi mochila y abro con cautela, la familia entera esta dormida, subo por los rechinantes escalones que a esta hora retumban en todas la paredes, siempre con la gata a mi lado, tercer piso, ó mejor dicho, el ático, dejo mi mochila y la chaqueta sobre la mesa que ahi estaba, voy al pequeño lavamanos en el ínfimo baño y lavo mis dientes, remojo un poco mi cara con el agua helada, y vuelvo a la "habitación" que consta de una camita y un pequeño estante, me siento en la cama, me quito las botas y las medias, luego todo lo demas hasta quedar en ropa interior, aún considerando el hecho de la baja temperatura y la falta de calefacción, me recuesto y arropo y cierro los ojos en un inútil intento por olvidar los sucesos anteriores y conciliar algo de sueño, el viento gélido se escurre entre las ventanas con un susurro lo suficientemente fuerte como para considerarse un grito.

Empiezo a entrar en un sueño intranquilo, imágenes pasan a toda velocidad, me parecen recuerdos, aunque no logro reconocer ninguno, guerras olvidadas, secretos que nadie debería recordar, orgías depravadas y descomunales, sucesos que nisiquiera puedo describir, y en la mayoría de ellos, yo... observando a veces, otras participando, veo rostros que se me hacen conocidos, aunque nunca los había visto, tanta muerte, dolor, placer, ruina, tortura y lujuria y horror se empieza a mezclar con el mundo "real", ya no consigo decir que es un sueño y que sucedió en verdad, es cómo una tormenta, un asedio a mi mente, las ventanas golpean, quiero gritar, correr, escapar, huir, destruir todo aquello que conocí y fusionarme con todo esto; me siento a punto de explotar y ver mis entrañas desparramadas por el oscuro cuartito, me incorporo de golpe, bañado en sudor a pesar de los dos grados de temperatura, el pulso y la respiración acelerada, ¿qué sucedió?, lo recuerdo vagamente, pero me siento distinto, no volveré a ser el mismo que era... nunca... siento que mi fin esta cerca... no creo que nadie pueda vivir con esto que llevo en la cabeza por mucho tiempo... en realidad... sería una liberación... y la espero con ansías...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Coye rubens, que bueno, de verdad que bueno que estes explotando tu talento. Sigue asi! Recuerda: Un grito escrito llegara mas lejos que la saliva que gastemos en el intento! ... se cuida...